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Sala de prensa
Álex Fusté, economista jefe de Andank, analiza el efecto ‘Trump’ en la economía mundial.
La hostilidad mostrada por la administración Trump hacia China ha sido de una magnitud formidablemente combativa. Tan inusual que, en mi opinión, augura algo que no me gusta. Espero que solo sea eso, un augurio.
Ahí les dejo algunos ejemplos: 1) Amenazas de imposición de tarifas 2)Designación oficial de China como ‘manipulador de divisa’ 3) Nuevas demandas por casos de dumping 4) Nombramiento del incendiario Peter Navarro como director del National Trade Council, -les recomiendo que lean su libro: Death by China-,todo un reclamo al enfrentamiento y la acción contra China. 5) Por no mencionar la postura feroz, desusada e inusualmente belicosa mostrada por el nominado a Secretario de Estado, Rex Tillerson, sugiriendo, el mismo día de su confirmación, que ‘los EUA pueden bloquear el acceso a las instalaciones que China ha venido construyendo en el Mar del Sur’. Nada importante, por supuesto, si China decide tomárselo a broma y no como una violación de su soberanía. Pero estoy confuso en este punto.
Tillerson habla de controlar las acciones territoriales de China y que afectan a otros países, mientras que Trump habla de olvidarse de las fronteras de otros países para centrase en las propias. En fin. Habiendo asistido a todo esto (reconozco que algo sorprendido), debo obligatoriamente preguntarme si todos esto persigue advertir al mundo de que se avecina una guerra comercial con China y México, o si por el contrario tan solo se trata de una táctica (como dice A.Kroeber) para forzar a estos países, especialmente China, a que hagan algunas concesiones en materia económica. No lo sé. Lo que sí sé es que esta aproximación a la geopolítica internacional es nueva, poco ortodoxa, desconocida, incierta, aleatoria, aventurada, y por qué no decirlo, arriesgada.
Desde los años 70, con Richard Nixon, ha sido en interés de los EUA permitir el desarrollo de China y mantener un estrecho vínculo entre ambos países, como herramienta para alejar a China del bloque soviético y mantener a éste aislado, restringido y controlado. Hoy, tras décadas de un imponente desarrollo económico y el florecimiento de una clase media vigorosa en China, hay quien utiliza el pretexto de que China ha fallado en su conversión hacia una democracia, para cambiar el curso de las cosas, pues entienden que el desarrollo de China ha sido directamente proporcional a la depauperación en los Estados Unidos (y por lo tanto, su causa). Sepan ustedes que si este nuevo poder piensa que esto se arregla ‘zarandeando’ a China, y opta por la versión impulsiva y brusca en materia comercial, esto va a resultar doloroso para todos. La pregunta incómoda del día, y que no podía faltar en mi nota, es la siguiente: ¿existe una probabilidad elevada de ver una guerra comercial y de resultado costoso? Para responder a esta pregunta, es necesario primero entender un poco el sistema impositivo actual en los EUA. Deben saber ustedes cuatro cosas:
Estos cuatro puntos ayudarían a explicar, entre otros factores, por qué las empresas norteamericanas deslocalizan producción. Lo que Trump parece pretender (si uno atiende a lo que se dice) es cambiar de un ‘production-based tax system’ hacia un ‘consumption-based tax system’, y como la mayor parte de los productos consumidos son producidos fuera, ello equivale a decir que lo que se propone es fiscalizar el producto externo. Hasta aquí, todo claro.
La respuesta a nuestra pregunta es, entonces, fácil. Mucho me temo que sí vamos a asistir al desarrollo de algún tipo de guerra comercial, o como mínimo, un endurecimiento de las condiciones comerciales a nivel global; y eso va a tener repercusiones. Al fin y al cabo, ¿no hemos atravesado una guerra cambiaria? ¿Por qué creo esto? Por todos es sabido que el gobierno federal de los EUA tiene cada vez más problemas para planificar su presupuesto y financiar el gasto público. Es simple entenderlo. En una sociedad que se envejece a marchas forzadas, la fuerza laboral se modera irremediablemente, y con ella, se modera también la producción. Sí señores; lo que cambia más rápido en una sociedad envejecida es la producción, no el consumo, y eso nos lleva al quid de la cuestión.
En un sistema fiscal como el norteamericano, en donde los ingresos fiscales se basan (asocian) en la producción, es lógico observar una moderación en los ingresos públicos, justo en un momento de mayor requerimiento del gasto público, típico en un contexto de envejecimiento. De ahí las dificultades para financiar el presupuesto. Trump y su administración, que saben perfectamente esto que les cuento, pueden pensar que la mejor manera de reequilibrar la situación (tal y como ya apuntan algunas fuentes) es trasladando el peso de la carga tributaria desde el centro de producción al centro de destino (from a production-based taxation to destination-based taxation). Es decir, desde la producción doméstica al consumo. Eso equivale a decir que la carga recaerá sobre todo producto manufacturado en el exterior. Vaya, lo que se conoce hoy con el nombre de border tax adjustment. Et voilazz, ya tienen ustedes servida la guerra comercial.